The Black Dahlia
La novela La Dalia Negra de James Ellroy es desgarradora. Aún antes de tocar su primera línea, cuando apenas si vamos en la dedicatoria ya nos enfrentamos a esta frase:
Para
Geneva Hilliker Ellroy (1915-1958)
Madre: veintinueve años después, esta despedida de sangre.
La película realizada en 2006 por Brian de Palma no llega a ofrecernos esa construcción de personajes que hace Ellroy en la novela, pero es un buen complemento después de la lectura del texto para poder apreciar un poco de ese color de Los Angeles de los años 40 en los que se ubica la novela.
1. El Autor
Desde hace mucho tiempo este es uno de los escritores que más me ha llamado la atención, y me fue recomendado por Lobo. Le dicen el perro rabioso de la literatura norteamericana y a la vez uno de sus mejores exponentes. Art Cooper, quien fue su editor para la revista GQ lo describe así: "James es un hombre corpulento, con una voz poderosa y una gran personalidad. Quienes no lo conocen bien lo encuentran amedrantador. Quienes lo conocen a fondo, también. Es tan intrépido como un doberman, como descubrí muy pronto, cuando inténtabamos decidirnos por una historia perfecta".
Su obra es desgarradora y mi afición se convirtió en una pequeña biblioteca de culto. El hombre es todo lo contrario a mi gusto en, por así decirlo, el tema político (Ellroy es re-repúblicano, defensor de la pena de muerte, pro Bush, admirador de los pitbull a los que se piensa que puede llegar a tratar mejor que a su mujer, etc.), pero es muy buen escritor. Ellroy al parecer es al mismo tiempo como el señor fuego y el señor hielo de su novela más conocida: La Dalia Negra. Cuando una vez tuve la oportunidad de escuchar a Antonio Ungar (quien ganó el premio de periodismo Simón Bolívar en la modalidad de Artículo Cultural del año 2006 con una crónica de su entrevista con Ellroy titulada “Ellroy Confidencial”, y publicada en Gatopardo), le preguntó un amigo sobre su encuentro con el escritor, y él comentaba que era lo más parecido a un *** que habría podido llegar a conocer. Al acercarse Ungar al jardín del hotel donde lo esperaba el escritor vio como venía en su dirección, llorando y huyendo, una joven periodista limpiándose las lágrimas y guardando, ofendida y humillada, su grabadora. La crónica salió mejor que la entrevista de la niña y a través de la afición por el boxeo y la historia de Pambelé se abrió la puerta de Ellroy.
Un caso curioso este, pues el escritor es lo más dado a contar sus experiencias personales a su público. Una de las obras de más recordación (y también mencionada por Roberto Bolaño como uno de los mejores libros de la literautra mundial de los últimos 30 años) es su autobiografía titulada Mis rincones oscuros. En esta especie de autobigorafía el escritor narra su vida a los 10 ños cuando se entera del homicidio de su madre y es llevada con el hilo de la conversación y la búsqueda, que hace años después con los detectives que cubrieron el caso y otros amigos de la policía de Los Angeles, de la historia de su madre. Esa historia gravita en la obra de Ellroy y el personaje de una mujer asesinada en 1947 que se reconstruye a medida que avanza la investigación policial en La Dalia Negra es un escenario que pareciera tener ese eco de dedicación materna.
Muchos piensan que la novela policiaca es un género menor de la literatura, nada disitinto del folletín. Yo pienso que hay que ser muy valiente para escribir este tipo de historias, hay que tener muchos cojones para llegar a los vertederos de la sociedad y contar sin encubrimientos y sin máscaras lo que está mal en una sociedad. Ellroy es un maestro del género. Llama la atención su tetralogía de Los Angeles o su serie dedicada a América. En L.A. Confidential demuestra sus habilidades como escritor. En la anteior referencia de Bolaño hay una comparación entre Ellroy Amis. Ambos escritores contemporáneos y ambos con una especie de autobiografías noveladas.
La diferencia la ubicaba Bolaño así:
" Amis escribe una autobiografía brillante, pedante, blanda, la vida de un escritor hijo de escritor. Ellroy, a quien muchos desprecian por consideraciones tan imbéciles como que se trata de un escritor de género, escribe una autobiografía sesgada, unas memorias que surgen directamente de los límites del infierno. En realidad lo que hace Ellroy es investigar y recrear, sin ocultar nada, la vida de su madre, los últimos días de vida de su madre violada y asesinada en 1958 y cuyo asesino jamás fue descubierto.
Como el crimen parece ser el símbolo del siglo veinte, en las memorias de Amis también hay un asesino en serie, el infame Fred West, en cuyo jardín se encontraron los restos de ocho mujeres, entre ellas una prima de Amis desaparecida muchos años antes. Pero Amis, cuando se acerca al abismo, cierra los ojos, pues sabe, como buen universitario que ha leído a Nietzsche, que el abismo puede devolverle la mirada. Ellroy también lo sabe, aunque no haya leído a Nietzsche, y allí radica la principal diferencia entre ambos: él mantiene los ojos abiertos. De hecho, no sólo mantiene los ojos abiertos, Ellroy es capaz de bailar la conga mientras el abismo le devuelve la mirada" (Entre parentesis, Anagrama).
Como el crimen parece ser el símbolo del siglo veinte, en las memorias de Amis también hay un asesino en serie, el infame Fred West, en cuyo jardín se encontraron los restos de ocho mujeres, entre ellas una prima de Amis desaparecida muchos años antes. Pero Amis, cuando se acerca al abismo, cierra los ojos, pues sabe, como buen universitario que ha leído a Nietzsche, que el abismo puede devolverle la mirada. Ellroy también lo sabe, aunque no haya leído a Nietzsche, y allí radica la principal diferencia entre ambos: él mantiene los ojos abiertos. De hecho, no sólo mantiene los ojos abiertos, Ellroy es capaz de bailar la conga mientras el abismo le devuelve la mirada" (Entre parentesis, Anagrama).
Gran parte de la obra de Ellroy se construye con diálogos y una redacción cargadas de puntos seguidos, fechas y horas, como si estuvieramos ante un informe policial de rutina. Por eso es difícil dar cuenta de su profundidad en una frase escogida, cuando es necesario sumergirse en sus personajes para entender su obra.
2. Las películas"Salí corriendo del picadero, bajé los peldaños y doblé la esquina hacia Norton, con Lee pisándome los talones. Al ver que un coche del departameno fotográfico y el furgón del forense se detenían con un chirrido de neumáticos, aceleré mi carrera. Harry Sears estaba bebiendo sin esconderse ante media docena de agentes; distinguí un destello de horror en sus ojos. Los hombres de las fotos habían entrado en el solar y se desplegaban por él, apuntando sus cámaras al suelo. Me abrí paso a codazos por entre un par de patrulleros y vi a qué venía todo aquello.
Era el cuerpo desnudo y mutilado de una mujer joven, cortado en dos por la cintura. La mitad inferior yacía entre los hierbajos, a unos metros escasos de la mitad superior, con las piernas bien abiertas. Del muslo izquierdo le habían amputado un gran trozo en forma de triangulo y (..)" (La Dalia Negra).
Estuve esperando que la película sobre La Dalia Negra llegara a los cines colombianos, pero si llegó no me di cuenta. Tuve que conseguirla en DVD. El film está dirigido por Brian de Palma y cuenta, entre otros actores, con el siguiente elenco: Josh Hartnett, Scarlett Johansson, Aaron Eckhart, Hilary Swank.
Pese a que la película no tuvo críticas geniales, a mi me parece que recrea de forma amena los hechos descritos en el Libro, pero no llega ni po run momento a superar la tensión y el suspenso así como las sensaciones de caída al abismo y el desgarro que produce la narración del autor.
Una de las partes que más me gustó de la novela trata de cómo uno de los personajes se pierde en la desesperación en el desierto mexicano. Esa figura de la persona perdida en territorio de frontera se puede ver en la literatura con Los Detectives Salvajes o el mismo Archimboldi de Bolaño, tanto como se ve en Ellroy o en Cormack McCarthy. Ese escenario de perdición es una de las mejores escenas de la película No country for old men de los hermanos Cohen, al momento de la llegada y despertar en Mexico de su personaje con un mariachi que le canta en español "quisiste volar muy alto..." y el hombre saca un dólar ensangrentado para preguntar por un mpedico, y sorprende que la misma figura en La Dalia Negra, pese a estar en la novela, no se integre a la narración audiovisual. Creo que quienes adaptaron la película deben considerar eso hoy como un error, al ver ganar el oscar a los Cohen.
Ese es uno de los problemas más graves de las adpataciones: el qué cortar. La película no quiere cortar mucho y para eso se apoya en la voz en off, que no ayuda a la construcción de los personajes de la historia por cuanto los vemos mediados por el protagonista, que se convierte entonces en el mejor personaje delimitado. La línea era simple: construir el personaje de alguien que sólo aparece como un muerto en la historia. Ahí falla la película y es probable que por eso corten escenas del texto como la perdición y caída de uno de sus personajes. Además que éste es uno de los elementos claves en la lectura de Ellroy, pues otra de las figuras de personajes que se repite es ver al protagonista llegar a caer en los peores fondos para erguirse como un ser humano a enfrentar la adversidad. Muchas veces sus personajes desaparecen en la bebida para llegar al final de su texto, o de forma más metafórica se esconden en los subsuelos y sotanos de las casas viejas para aparecer rompiendo el suelo en el enfrentamiento final. Una escena magistral está en otra de las adpataciones cinematográficas de Ellroy, cuando el detective al que interpreta Russel Crowe en la película L.A. Confidential, traducida como Los Ángeles al desnudo, se esconde debajo de las tabals podridas de un motel olvidado para de allí surgir en toda su dimensión humana al momento del duelo final en que se juega la vida.
Eso es lo que falta sentir en la película, ese jugarse la vida, esa sensación de perdición de sus personajes. Esa atmósfera llena del glamour de Hollywood que escondía entre las botellas de gin y las estrellas de cine, los asesinatos; que esocndía en la opulencia la corrupción, y el horror que discurría en cada hush-hush. Por eso podemos apreciar tan bien la escenografía, pues perdemos de vista a los personajes, pero de esto el espectador desprevenido de la obra de Ellroy no se dará cuenta y disfrutará de una buena película. Lo que repito, no deja de ser una ganancia para el espectador que llega con la obra leída a ver la película.
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