Gary Gilmore´s Eyes
Una historia de Punk, literatura y sobrevivientes como un ejército de muertos vivientes contra el sistema.
“Después me llevaron al quirófano y varios médicos con cara de ballenas blancas se me echaron encima, fresco locos les dije, grave asunto dijo uno de ellos y giré en la cabeza y en la puerta vi a la enfermera que me mandaba un beso con las manos, con la punta de los dedos. Estiré los brazos. Hice lo posible por atrapar ese beso invisible que venía hacia mí y creo que lo atrapé porque sentí un calorcito en la palma de las manos cuando lo agarré y mierda volví a mirar hacia atrás y allí estaba la enfermera y me dijo adiós con las manos y deseé no morirme, deseé en ese momento con todas mis ganas ser el conductor de esa ambulancia para verla todos los días, para decirle oye preciosa me quieres?, para cantar junto a ella Spend the night together en las mañanas de sol, pero en ese momento morí”.
Sven, ya muerto, camina por las ruinas de la ciudad y conoce a Max, otro sobreviviente como él. Max fue un amigo personal del Gary Gilmour de la historia, “Gary Gilmour, condenado a la silla eléctrica. Gary tenía unos ojos azules profundos”[Gamboa en un comentario menciona que max es el nombre de una de las víctimas del asesino Gilmore]. Ese Gary Gilmour con ese algo extraño en la mirada que se adivinaba en su silencio no parece ser el mismo que el Gary Gilmore de la vida real que fue condenado a ser fusilado en 1976 (como ya no los advierte el prólogo de Fabio Rubiano a esa edición que surge tras la muerte del autor, el que el Gary Gilmour de la novela sea ejecutado en la silla eléctrica es más acorde con el ‘voltaje’ de su vida), siendo uno de los primeros condenados tras la reinstalación de la pena de muerte en Estados Unidos. La propia historia de Gary Gilmour/Gilmore se narra también,3 años después de la historia, en un escrito de Norman Mailer titulado “The Executioner´s Song”. En la vida real, unos minutos después de la muerte de Gilmore una persona recibió sus córneas en un transplante y esto hace que una parte de Gilmore sea sobreviviente a la tragedia. El episodio de los ojos de Gary Gilmore da origen a la canción de The Adverts y al capítulo de la novela titulado “Los ojos de Gary Gilmour”.
En los capítulos siguientes el mismo Gary Gilmour llega a hablar y compartir con Sven y con Max en las ruinas de la ciudad en las que se yergue el Café del Capitán Nirvana. Todos son a su manera unos sobrevivientes. El ensayista Greil Marcus habla en su libro “Rastros de Carmín. Una historia secreta del siglo XX” de los contextos del surgimiento del punk en Inglaterra, (en donde se relaciona al Dadaísmo y a la Internacional Situacionista como precursores del cambio de mentalidad necesario para la aparición de The Sex Pistols) como una verdad que sólo podía experimentarse en su lado negativo, en que lo bueno ahora era malo, en que el asesino era el héroe, la fama era la infamia, y a falta de abrigo los punks llevaban la ropa desgarrada. Como dice Marcus, “En este nuevo mundo, en el que el suicidio era de pronto una palabra en clave para indicar que lo que habías hecho iba en serio, nada podía estar más en la onda que un cadáver, a excepción de los acaudalados supervivientes que veías en la calle cada día; aquellos a quienes habías pagado para ver en la sala de conciertos la noche anterior eran cadáveres ambulantes”. Marcus, tras recordarnos la distinción que hace Adorno sobre la desproporción entre la vida racional y la posible determinación racional de la vida como una enfermedad, nos deja con esta frase “En otras palabras, el único superviviente bueno era el superviviente muerto”. Sin en el punk no valían los acordes y las afinaciones musicales era porque más que una experiencia musical era una experiencia social de aquellos que asumían su condición de supervivientes (no es de extrañar nos dice en otros apartes Marcus que existan en ese momento antecedentes de canciones como “I Will Survive” frente a la experiencia de Hiroshima). Es en este momento en que frases que rondan el mundo actual como “El Punk No Ha Muerto” cobran otro sentido, y en el que observar esta cultura a la luz de la anarquía y los movimientos antiimperialistas no es algo de etnografía arqueológica ocupada en desempolvar crestas de dinosaurios de la prehistoria de los setenta. Si a la sociedad no le importaba la muerte y el No Futuro de esta generación, pues venían entonces como zombies a aterrorizar a los sentidos de una generación ya pasada.
El ritual del sobrevivir se hace más claro en la novela, cuando Chaparro nos lleva por esos bares que pueblan las calles (en los que debió haber escuchado a los Sex Pistols, a The Clash) y en particular se aprecia esta descripción en el Bar La Gallina Punk:
“(…) Una vez al año se lleva a cabo la celebración del No Futuro y entonces se reúnen, cierran el bar, ponen Sex Pistols toda la noche trip trip trip y a la media noche se cogen a patadas en las huevas, porque no hay caso a seguir procreando desempleados y claro, cuando suena God save The Queen, un elegido se abre las venas y después lo sacan a la calle entre tres o cuatro y lo llevan corriendo y el punk va regando su sangre por esas calles llenas de calor, odio, pestilencia, fango y desolación. Le dan tres o cuatro vueltas a la manzana y cuando ya se está muriendo trip trip trip, mierda directo al hospital a urgencias. Claro, allá los médicos ya se conocen la historia y lo alcanzan a suturar con puntos. Luego de dos horas llevan de regreso al punk al bara La Gallina Punk y éste muestra con orgullo los puntos de su brazo qué punk trip trip trip y se cogen a patadas hasta el amanecer, qué cosa tan seria”.
Frente a la condena a esta muerte en vida que da el sistema capitalista se levantaba ahora la voz de la anarquia unida al punk como si de un ejército de muertos vivientes se tratara. A este club de los sobrevivientes muertos ingresó Chaparro Madiedo luego de escribir su obra, muerto a los 32 años. En la última aparición de uno de sus personajes de la novela “Opio en las nubes”, Alain deja un diario en que se puede leer “Mayo 23. Ya lo tenía decidido. Tenía reservación para ir al Club de los muertos”. Esto nos abre las puertas para ver a un personaje vivo por siempre como Sven, Max y Gary Gilmour.
En la sociedad actual, la figura de la experiencia fue sublimada por la idealización de la misma. Toda historia la escriben los vencedores. En la filosofía la cuestión no fue diferente, como no los hace saber Onfray en su visión de la Historia de la Filosofía. Al ver la versión de los vencidos encontramos todos aquellos epicuristas y hedonistas que perdieron en su concepción materialista del mundo frente al idealismo platónico. No es de extrañar que el propio Marx iniciara su crítica materialista desde el estudio de su tesis de grado “Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro” y que la visión de un comunismo libertario apoyado en esta expereincia se hiciera presente en la visión anarquista de la cual va a beber luego el Punk con la figura del Durruti español en Inglaterra o, como se aprecia en uno de los videos de los conicertos de The Sex Pistols, con el retrato de Marx y la bandera anarquista pegados a la ropa de uno de sus integrantes con un gancho imperdible traído desde los posters de Mayo del 68 para coser la boca de la Reina de Inglaterra.
La división entre el sujeto y el cuerpo hizo carrera en el mundo occidental. Dividimos el cuerpo del alma y eso permite hoy dividir el sujeto del cuerpo y que en televisión, cuando apreciamos los muertos de Irak, o cuando vemos los cadáveres de los muertos del conflicto colombiano, observemos cuerpos si sujeto sin que nos interes saber qué persona es la que yace oculta tras una lona negra, y si amó, sufrió, lloró o (con seguridad) se rió del mundo más de una vez. Esa risa de los muertos es la que nos deja alguna vez escuchar Los Sex Pistols. Pensar hoy de nuevo la experiencia es lo que nos permite integrarnos a sentir en un mundo que nos ha desconectado. El enfrentamiento al sistema capitalista no proviene de los ejércitos armados nacidos en la misma lógica de la modernidad y criados en el idealismo, proviene de sentir de nuevo la experiencia de la pobreza y la riqueza desigual, sentir la experiencia de aquellos muertos en Irak y en Colombia. A través de la experiencia recuperamos el sentido de la política como ese vivir entre. La figura del sobreviviente se torna entonces central para lograr entender las salidas a la crisis actual y escuchar a los sobrevivientes es la figura que subyace a la novela de Chaparro Madiedo, cuando nos pone a escuchar el punto de vista de un muerto en la ficción como Sven que puede ver a través de los ojos de un muerto de la vida real como Gary Gilmore. Ver a través de los ojos de Gary Gilmore puede ser una metáfora para entender hoy una forma de unir el lazo social de la experiencia.
A propósito de "Opio en las nubes", se sabe que se está trabajando para llevar al cine la novela, y el primer arte se vería como esto: