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sábado, septiembre 08, 2007

Serrano (9)


Ese día puede hablar con el maestro un rato. Al otro día lo tuvimos con todo el DT para una charla privada en la que se tocó el tema de lo underground, lo humano, la fotografía y el arte religioso. Cuando ya acabábamos de hablar sobre su obra, Rafa le hizo la pregunta de reina de belleza.
- Si no hubieras sido fotógrafo y artista ¿qué te habría gustado ser?
- A rockstar - respondió Serrano.

jueves, julio 26, 2007

Otro que se va

A este hombre no le conocí su carrera. En realidad, gracias a la gestión de la niña salida de una película de Tornatore sólo he visto una película en la que participa, y la he visto ya varias veces. Con esa única actuación ante mis ojos ya ocupa un lugar en mi memoria. Escribo esto días 4 días después de su muerte pero igual se le hace el homenaje a quien para mí será HGW XX/7.
q.e.p.d. Ulrich Mühe

viernes, julio 20, 2007

Boogie a sangre fría

q.e.p.d. Roberto Fontanarrosa.

Recuerdo de un 19 (3)


sábado, julio 14, 2007

Coscoja II. Los antecedentes del secuestro en Colombia



Hace un tiempo escribí algo sobre esta moneda que está en los antencedentes de las formas de secuestro en Colombia; hoy puedo dejar aquí su fotografía.
"Luego miré de cerca la pequeña moneda de la guerra civil, cómo volvió a su encierro, la ficha que la catalogaba, el archivo que la esperaba. Y le di la despedida al hombre que pagó su muerte con ella, a su muerte resignada, en algún campo al lado de un río con un grupo de soldados y pocos caballos, poca comida, entregados a su modo a cumplir el papel asignado en la obra. Todos alumbrados por el prodigio, reunidos en un pequeño conjnto del paisaje como si estuvieran preparados para una foto, pero en un momento en cuyas miradas van más allá de la cámara o de un relato. Atrás del hombre que los mira, lista la cámara en su mano, muy atrás tal vez esté el horror o el prodigio".

martes, mayo 15, 2007

Crónica de Lobo

Me gustaría decir que lo que sigue es un cuento de Lobo, pero debo decir que existe en su calidad de crónica:
5/15/2007
Se estremece el Combeima

Anoche escribía tranquilamente Colombia Gótica en el Cañón del Combeima, donde tengo mi biblioteca. A las diez y media terminé de editar mi escritura, me desconecté de Internet y a las 11 y 11 minutos miré por última vez la hora en el reloj del Ipod antes de dormir (no tengo otro reloj, no es snobismo).

Me acosté contento. Había leído todo el día en tres libros distintos para mi tesis doctoral, había hablado con mi familia a las nueve y había actualizado mi blog desde mi retiro campesino. Aproximadamente a la una y cuarenta minutos me despertó un helicóptero que volaba sobre los cerros que bordean la vereda Pastales. Entre sueños seguí el sonido de lo que me parecía una nave perdida en una de mis pesadillas. Intenté dormir, pero dos ráfagas de fuego aéreo me hicieron saltar de la cama. Miré la hora: una y cincuenta y un minutos. Corrí a la ventana que da al patio y pude ver el fuego de metralla que caía en diagonal desde lo alto del cerro y que se dirigía, oh sorpresa, hacia las veredas Pastales, Pueblo Nuevo y Pico de Oro. No lo podía creer, parecía que la metralla iba dirigida al pueblo, a las casitas de los campesinos humildes de los cerros, a la humanidad entera del cañón.

Este primer ataque me introdujo en una sensación de irrealidad de la que no pude salir hasta ocho horas después, cuando hablé con los campesinos. Mientras los ataques se repetían, yo pensaba que de tanto escribir ficción ahora estaba metido en una especie de guerra de las galaxias o de black hawk down o de CNN desde Bagdad. Esto pensaba, cuando el ataque pasó a más abajo, a la vereda de Llanitos. Cambié de ventana (la casa tiene la misma orientación que el cauce del Combeima: mira hacia Ibagué) y mi asombro fue doble: desde una nube una nave invisible lanzaba hirientes flechas de fuego rojo que se dirigían hacia Llanitos. Miré el reloj: dos y diecisiete minutos. Ya se iba a cumplir una hora de ataques aéreos y yo no entendía lo que estaba pasando. Agucé el oído y escuché un par de tiros, seguro de fusil, pero no en ráfaga, que llegaban desde los cerros. ¡Estaban atacando a los helicópteros!

Seguí sin entender nada. La somnolencia no me permitió entender con claridad que yo habito en Colombia, el país donde se vive en una guerra no declarada, pero guerra al fin y al cabo. A esta hora, al parecer ya eran varios los helicópteros porque el fuego caía sobre un cerro o sobre el otro y las naves giraban invisibles en círculos por encima del río y por encima de las casas de los atemorizados vecinos. Para comprobar que yo no estaba en un sueño, decidí llamar a Ibagué por si el fuego amigo me ocasionaba daños colaterales. No había señal telefónica. No había luz. No se escuchaban los vecinos. Los ruidosos perros estaban en absoluto silencio. Tan aterrados como yo. El pánico me impidió seguir de una ventana a otra para ver la maravilla del fuego aéreo confundirse con el cielo estrellado. Bajé al primer piso y me puse a resguardo debajo de la plancha de cemento. Llamé a mi vecino pero nadie contestó. A las tres y treinta y tres minutos cantó un gallo. A las tres y treinta y siete se repitió la más fuerte descarga sobre Llanitos. A las cuatro cesó un poco el fuego aéreo. A las cinco los helicópteros ya no fustigaban los cerros vecinos, sino que avanzaban hacia el norte. Ellos continuaron el sobrevuelo hasta las seis y treinta de la mañana, cuando el sueño y el cansancio me vencieron.

Me duché a las diez de la mañana, sin saber que otros seres tan indefensos y frágiles como yo no habían podido dormir en toda la noche. Cuando saludé a mis vecinos, por fin la sensación de irrealidad me abandonó. Sufrí un terrible y deprimente golpe de realidad: la guerrilla de las Farc había atacado Llanitos y el pueblo estaba sembrado de destrucción y muerte. Lo que vi no era un mal sueño, era la triste realidad de un país abatido por la insensatez de la devastación, por la ceguera obtusa de los guerreros. Las montañas seguían ahí, trémulas de rocío y henchidas de amanecer, pero mortalmente heridas, fustigadas, pisoteadas envilecidas, convertidas en escenario de muerte.

Recogí mis libros y mis bártulos y abandoné como troyano en derrota lo que consideraba un escenario de paz y un remanso para el pensamiento. ¿Por qué el sinsentido del lenguaje de las metrallas? ¿Por qué la vida humana se convierte en trofeo de guerra? ¿Por qué los sueños de los colombianos continúan teñidos de sangre inocente? ¿A esto llaman seguridad democrática? ¿A esto llaman revolución?

Al despedirme del Combeima unos labriegos me mostraron varios proyectiles hendidos en un cultivo de fríjol. Ellos continuaron su faena y sus hijos la continuarán a través de nuevos soles y nuevas lluvias y bajo el mismo cielo estrellado y arrullados por el mismo río milenario. Cuando pasaba por Llanitos miré el cadáver de un campesino cubierto con una triste manta y solté una miserable lágrima y ante las ruinas del centro de salud pensé: estos hijos de nuestros hijos merecen la paz sobre la tierra.

Nota: una versión de esta entrada la pasé a la prensa. La publicarán? (La foto de la bota es tomada de El Tiempo).

Publicado por Arlovich en 5:35 PM 0 comentarios

Después de leerlo me quedé pensando en los campesinos y en este poema de Bolaño:
ENTRE LAS MOSCAS
Poetas troyanos
ya nada de lo que podía ser vuestro
existe

Ni templos ni jardines
ni poesía

Sois libres
admirables poetas troyanos


miércoles, abril 25, 2007

El cuarto de la última lágrima

"...pero de la violencia, de la verdadera violencia, no se puede escapar,.."
R. Bolaño

http://www.eltiempo.com/justicia/2007-04-24/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3525023.html

Vean esta nota y las informaciones relacionadas ahí. Sé que es doloroso, pero también veo las víctimas de las muertes en Virginia en USA y veo en Colombia a un país que de forma tácita apoya esto y quiere mirar para otro lado, un presidente que dice de forma pública que el hubiera sido un buen paramilitar no merece más que desprecio e indignación. Es a este país al que le conviene leer cosas como estas que aparecieron en EL TIEMPO sobre las actuaciones paramilitares en las zonas de desmovilización:

"Luego venía "la instrucción de coraje": repartían a la gente en cuatro o cinco grupos "y ahí la descuartizaban", dice Villalba en la indagatoria. "El instructor le decía a uno: 'Usted se para acá y fulano allá y le da seguridad al que está descuartizando'. Siempre que se toma un pueblo y se va a descuartizar a alguien, hay que brindarles seguridad a los que están haciendo ese trabajo".De los cuartos donde estaban encerrados, las mujeres y los hombres eran sacados en ropa interior. Aún con las manos atadas, los llevaban al sitio donde el instructor esperaba para iniciar las primeras recomendaciones:"Las instrucciones eran quitarles el brazo, la cabeza, descuartizarlos vivos. Ellos salían llorando y le pedían a uno que no le fuera a hacer nada, que tenían familia". Villalba describe el proceso: "A las personas se les abría desde el pecho hasta la barriga para sacar lo que es tripa, el despojo. Se les quitaban piernas, brazos y cabeza.Se hacía con machete o con cuchillo. El resto, el despojo, con la mano. Nosotros, que estábamos en instrucción, sacábamos los intestinos".
"Los que llevaban a El Palmar nunca salían vivos. A algunos los enterraron en fosas lejanas a las viviendas de la hacienda. Aquí había una habitación a la que le decían 'el cuarto de la última lágrima'. Ahí los torturaban, los humillaban, cuenta un habitante de San Onofre. Los que sobrevivían eran conducidos luego a un árbol de monte donde los colgaban, finca adentro, y los tasajeaban como reses para que cupieran en las pequeñas fosas. De las 36 fosas halladas en el 2005, sólo una tenía los restos de cuatro personas. Las demás eran individuales, con una profundidad de 80 a 120 metros y de 60 por 60 centímetros de diámetro. En San Onofre, cuenta un hombre, la energía eléctrica se iba casi todos los días a las 6 de la tarde y todo el mundo se encerraba. Al otro día comenzaban a verse en las calles y las afueras los cadáveres de las víctimas".
"La ola de sangre no se detiene. Los muertos siguen bajando, pero los pescadores, por amenazas, ya no los rescatan. "Ahora uno les da una patada para que sigan", dice uno de ellos.En el Sinú también lograron rescatar cuerpos. "Sabíamos que había uno porque traía chulos encima", recuerda Wálter Galeano Montiel, un arenero del corregimiento Las Palomas, a 30 minutos de Montería. Él llevaba los cadáveres que veía contra la corriente hasta la orilla. En la mayoría de los casos era difícil identificar el rostro del muerto por el plomo y las mordeduras de peces. Muchos de estos cuerpos quedaron como N.N. en Montería".

miércoles, marzo 28, 2007

La vida de los otros

En el post anterior mencioné al Laberinto del Fauno como una muestra de lo que puede hacer la ficción. Esta película me confirma en mi creencia que la ficción puede construir la realidad. No soy bueno para reseñar películas, tiendo a contarlas todas, quería hacer una reseña o crónica de esta película pero no soy capaz, dañaría el final. Por eso no voy a contar nada de su guión, que es de por sí toda una obra maestra. El caso es que el hombre de la foto es un oficial de la policía secreta de la Alemania Oriental. Que este hombre levanta informes y registros de la vida de un escritor casado con una actriz. Que en algún momento los roles de todos se envuelven, que en algún momento los documentos oficales y grabaciones cuentan la ficción, la ficción cuenta la realidad, la actriz no sabe actuar y todo, todo mezclado en un drama de telenovela, sólo que uno sabe que no es una telenovela, pero sí, y luego, muy al final, ves a las personas conteniendo lagrimas de alegría, lagrimas de tristeza. Prefiero que la vean, es la mejor película de la muestra de Eurocine, es un bonito bisturí en el alma humana.

Diario 28/03
Lista de personas que encontré esa noche: Tatiana, Irina, Triana, la Nona y Giorgio a quien le dije que iba a hacer la crónica de la película que no fui capaz de hacer
Gracias totales: la niña Tornatore, la más bella de la noche.

martes, marzo 13, 2007

"Dos películas: El castillo de Howl y El laberinto del fauno". Memoria, imaginación, discurso.

¿Vuelven los cantos anarquistas de la imaginación al poder?
Dice Giambattista Vico:

" L (211) En los niños la memoria es muy vigorosa; de ahí que su fantasía sea vívida en exceso, pues ésta no es sino memoria dilatada o compuesta.
(212) Esta dignidad es el principio de la evidencia de las imágenes poéticas que debió de formar el mundo en su primera infancia".

Para Vico la formación de las naciones de su tiempo no se encontraba en un contrato social o en el uso de la fuerza y el valor del territorio, sino que estaba en la fuerza del mito. Orfeo es su ejemplo a seguir. Una nación griega que nace en el momento en que aparecen la civilización y el dominio de la bestia por la lírica, como el mito de Orfeo. El discurso sería la base de la organización social.

En recientes películas, El castillo de Howl y El laberinto del fauno, nos cuentan ambientes de guerra, de los que surge un héroe o heroína que se enfrenta a ellos desde el mundo de la imaginación. Desde ahí se combate y se destruye la violencia real. El poder de la memoria, unido a la imaginación e imágen poética (discurso) crea de nuevo un orden social distinto. Es muy sugerente que las protagonistas en ambas historias sean niñas, casi mujeres, aún inocentes, con una vejez prematura en la primera película mencionada y una madurez a la que quieren obligar en la segunda película.

Siguiendo esta idea: un ejemplo de esto es que si se siguen las distinciones entre discursos de derecha e izquierda, tipo ud. es guerrillero o ud. es paraco, como se pueden apreciar en El Tiempo, se lleva a continuar con un establecimiento social heredado de la guerra fría y un orden bipolar en el mundo. Mamertos de derecha, mamertos de izquierda. De ahí que nuevos discursos como los de la anarquía europea vuelvan a surgir reformados y atrayentes. Así como los discursos que buscan un orden de lo femenino.
Otro ejemplo de esto parte de la capacidad que tiene el establecimiento de borrar o descalificar ciertos hechos dejándolos como versiones desautorizadas por ser uno de derecha o de izquierda, como sería Tacueyo o la masacre de la UP. Desde ahí cobra importancia entonces el trabajo de recuperación de la memoria del país que se realiza desde la ficción. Es la ficción la que nos habla hoy del genocidio de la UP, como lo hace Héctor Abad Faciolince, recupera así nuestra memoria y desde ahí podemos imaginar, construir un nuevo discurso creativo que pueda intervenir en un nuevo discurso social. Ese debería ser un campo desde el cual abordar en la Literatura, la comunicación, la sociología, etc., los cambios sociales.

No más a un orden racional y moderno del mundo, no más a un discurso posmoderno de la academia. Cuando veo las películas con esta dualidad, cuando leo novelas con estos reflejos me pregunto: ¿Vuelven los cantos anarquistas de la imaginación al poder?