viernes, septiembre 22, 2006

Aristide Bruant

Algunas veces creo haber recorrido lugares que no pude conocer. La única forma sería a través de memorias de otras vidas. A veces tiendo a creer en la reencarnación. En estos días llegó una amiga con una reproducción de un poster de Tolouse Lautrec en la mano. Me dijo "Este es usted. No me pregunte por qué lo sé, pero este es usted". El poster hacía referencia a Aristide Bruant (1851 - 1925) en "Su cabaret". Había algo en la actitud del hombre en el poster que me hizo dudar y decir, pudo ser, pudo ser. No sabía nada de Aristide Bruant así que me dediqué a buscar sus rastros. Cantante popular, a veces escritor, mal poeta de la época de la bohemia de París. Escribiendo entre las prostitutas de reconocidos cabarets como El Gato Negro, El Mirliton (que originaría una revista) o el Ambassadeurs. Fue escuchado en su primera noche como cantante por tres gatos, clientes de un cabaret. Un perdedor. Pero un perdedor al lado del pueblo. Cantaba entre las prostitutas y a los indigentes, a los pobres, a las clases menos favorecidas porque ellas eran, tal vez, lo más sincero que Arisitide Bruant obtenía de una París burguesa llena de damas, esas señoras de cara palida que se empeñaba en ridiculizar en sus actuaciones. En sus venas ya corrían gotas de sangre anarquista. Heredero de Stirner y Bakunin. Antecesor del Dadaismo y los Sex Pistols. Cantor popular de baladas como el mismo François Villon. Mi amiga tal vez vivió en París a inicios del siglo pasado. Tal vez escuchó cantar a un Bruant alcohólico. Desde hoy y siempre ese poster hace parte de mi vida, de mi habitación.
Si quieren seguir leyendo y no les aburre la poesía les presento a un hombe que raspó el infierno. Se burló de todos los poderes humanos. Le cantó a los ladrones. Con sus baladas podemos reconstruir toda la genealogía de las prostitutas de París pues la conoció jóvenes y luego viejas, así como a sus hijas y a sus nietas. El hombre que siempre fue perseguido, tan al filo de la muerte que se especializó en escribir testamentos. François Villon, cuyo poema más recordado lo escribió antes de pasar a la horca. De él les dejo dos cosas escogidas por suerte y no por calidad:
"Esas también viejas putuelas
que al ver, hambrientas ya y temblando,
cómo requieren a las mozas,
van por lo bajo preguntando
al señor qué razones tuvo
de hacerlas nacer hace tanto.
El Señor calla, que bien sabe
que en tal debate es derrotado".
Balada (de término)
Aquí se termina el testamento
Final del pobre Villon.
Venid a su entierro,
cuando oigáis el carillón ,
Vestido de rojo como bermellón,
Pues en amores murió mártir;
Esto juró sobre su cojón,
Cuando de este mundo iba a partir.
Y bien creo que no miente;
Pues perseguido fue como un cerdo,
Con odio por sus amores,
Tanto que, de aquí al Rosellón ,
No hay arbusto ni broza
Que no tenga, esto lo digo sin mentir,
Un jirón de su ropa,
Cuando de este mundo iba a partir.
Así es y de tal modo:
Cuando murió no tenía más que un harapo;
Y lo que es más, al morir, de mala manera,
Le picaba de Amor el aguijón;
Más agudo que el punzón
De un talabartero se lo hacía sentir,
De esto es que nos admiramos,
Cuando de este mundo iba a partir.

Príncipe, gentil como esmerejón ,
Sabed lo que él hizo al marcharse:
Bebió un trago de vino tinto,
Cuando de este mundo iba a partir

No hay comentarios.: