La cuchara
En un triste caso de la vida real al autor de este blog se le está olvidando no sólo su propio nombre sino para qué sirven las cosas. Puede ser un caso especial de metafísica fruto de tanta lectura de Michel Serres o un síntoma de locura u otra cosa peor. Si a alguíen le ha pasado lo que se relata en la siguiente crónica ficción favor indicarlo por aquello de mal de muchos de algo es consuelo.
El ataque de sueño llegó acompañado de temblores en las manos. Salí a almorzar. Me senté en el restaurante de siempre. Lo primero que trajeron fue una sopa de verduras. Durante una milésima de segundo no supe qué era aquello que me habían puesto sobre la mesa, era comida, sí, pero qué comida. Cuando al fin recordé que era una sopa instintivamente me dirigí hacia los cubiertos y llegaron otros dos o tres segundos de horror: no sabía qué cubierto usar para comerla. Me quedé con la mano en el aire hasta que recordé la respuesta. La cuchara. La sopa se come con la cuchara. La solución en ese momento parecía tan obvia. Tardé otras milésimas de segundo en asociar la palabra y el concepto cuchara al objeto cuchara, no la reconocía entre los otros cubiertos de mesa. Fueron tres segundos muy, muy largos.
Cuando ya tenía la cuchara en la mano llegó el señor Odeim y se sentó a la mesa. Me saludó de forma muy amable y dijo que estaba desocupado por lo que podía acompañarme a almorzar. Le comenté lo que me había pasado con la cuchara, y cómo había llegado a olvidar mi número de cédula y las claves del coreo electrónico junto al nombre de un amigo otra mañana. Ya ni me acuerdo de los libros que leo. Le manifesté luego mis humildes intenciones de ir al médico a preguntar por la razón de tan molesta falta de memoria. Él declaró su disponibilidad para acompañarme al médico.
Me dio vergüenza, el señor Odeim es una persona muy importante para el gobierno y la literatura, era suficiente su figura en la mesa. No tiene por qué acompañarme señor Odeim, le dije, usted es una persona muy importante y muy ocupada en este país con personas que merecen más su presencia. Él insistió y me dijo que su trabajo no sólo estaba en el campo de la política y que antes que político fue psicólogo. Pensé en esa extraña película “Café y cigarrillos” de Jarmusch, cuando Roberto Benigni queda en asistir a una cita odontológica que no es para él. Señor Odeim puede usted si quiere asistir a la cita médica en mi lugar, le dije en broma. El señor Odeim cruzó las manos, se alejo de la mesa hasta apoyar todo el peso de su cuerpo en el respaldar de la silla y asintió. Me dijo además que bien podía intentar los clásicos remedios para reactivar la memoria, como el aprenderse el verso de algún poema cada noche. No me sonó mal la idea y tal vez así podría dejar de anotar los nombres de las personas que conozco en una libreta; no me imagino qué pasaría si se me llegara a perder la libreta. Es una buena idea señor Odeim, le dije, no quiero terminar tomándome el jugo con un tenedor. Y seguimos comiendo entre risas.
11 comentarios:
lo que sumercé tiene se llama la enfermedad del insomnio, y los paliativos los encuentra en un clásico de la literatura latinoamericana. no me quedo a contarle más porque la cosa es altamente contagiosa...
Pues a mi la cosa no me parece tan sencilla como la pinta Pequeña Padawan...tienes que ir al médico.
Pero mientras averiguas qué cable se te cruzó, te puedo recomendar un ejercicio maravilloso para fortalecer la memoria y tener mejor concentración:
Materiales:
1 bolsa pequeña de fríjoles.
1 frasco mediano.
Instrucciones:
Cuentas cuantos fríjoles hay en la bolsa, mientras los depositas en el frasco. El asunto es hacer el contéo ininterrumpidamente y no perder la cuenta.
Sé que contar frijolitos suena ñoño, pero es infalible. Claro que aprender poemas me parece más entretenido y más barato...así que espero que le sigas la corriente a don Odeim y consigas el poema más largo que exista.
Abrazos y espero que algún día me llames y me cuentes como vas, ya que no me has querido mandar ni siquiera el número de tu cel....grrrrr. INGRATO.
Parece ser puro cansancio por no dormir. Venden una aromática llamada Good Night, herbs tea. Lo encuentras en los supermercados y te ayuda a dormir sin pepitas adictivas
Bueno mi querido mazo
Tráete un tinto para leerte este
Como siempre posición preocupación
Entiendo tu angustia, he sido víctima de lo mismo, la única memoria que me queda es la fotográfica y eso, a veces miro a mi sobrino y pregunto: y este quien es? (tengase en cuenta que lo veo todos los días)
O dejo el teléfono en la nevera y pongo el queso en la base del teléfono y luego pregunto pero por qué no dejan las cosas donde deben estar
O llamo a una miga y le preguntó: ¿para qué la llamaba? y en serio no me acuerdo como hasta 15 minutos después, o en el peor de los casos nunca lo recuerdo, me sucede muy a menudo
Mi teoría es que debemos tener algo como un engranaje que empieza a oxidarse, yo le echo la cumpla al exceso de actividad nocturna, o sea trasnocho y más que nada al alcohol...
En cualquier caso no te preocupes, además ¿qué tal que en esas cosas que olvidas se vallan las que en serio no quieres recordar?
El ejercicio que te recomienda Falena creo que más que para la memoria, es para la concentración, eso hacia mi abuela con mi padre y tíos para quitárselos de encima, terminó haciéndoles un favor, en serio funciona
Y bueno después de semejante comentario (se me volvieron costumbre los comentarios largos) lo único que realmente me preocupa es que se olvide de quien es, pero no creo que eso pase ¿o si?
Otra explicación de abuela: eso es que no esta comiendo bien mijito
Pequeña Padawan: sip, ahí está pintado mi contagio/infección por un chileno que tuvo un sueño, pero te juro que esa enfermedad del insomnio no tuvo nada que ver con la de la cuchara, va más bien como paralela o un pequeño guiño en el post, eso creo yo por lo menos, aunque el médico tendrá la última palabra. Así que siguiendo el guiño el primer verso a aprender para mi problema de memoria es:
"En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba".
de R.B.
;)
Falena: cómo así que sumercé no tiene mi teléfono, ya mismo se arregla eso. Sip, creo que la cosa es más de buscar un médico electricista. :)
Mauricio: sip, puede ser no dormir aunque me suena más lo del cansancio (ya son dos años en que sumados mal sólo he estado en unos 15 días de vacaciones lo que se dicen vacaciones ) por eso, de todos los remedios que me han dicho sigue el té que me recomienda y le hago caso. Muchas, muchas gracias.
Tánger Soto: Juaaaaaaaaa, pero no, en serio, una cosa es que como dice el decano uno se quede en la puerta pensando si va o viene de misa y otra muy distinta cuando te olvidas quién eres, cúantos años tienes, cuándo naciste, etc. Y últimamente sí, me he olvidado a veces quién soy o cuántos años tengo, por eso me preocupo. Aunque bien puede ser insomnio.
Sebastián Coy
Buen Mazo, con esos olvidos haga la terapia garciamarquesiana de ponerle nombre a las cosas, y sus usos...si olvida mucho y no sabe para qué sirve el presidente de este país le recomiendo que le escriba: este es el mesías anunciado que bajó de la montaña y sembró el miedo, tal vez eso no le deje olvidar. Y que tenga unas buenas Mil y Una noches!!
quiero tomarme un jugo con un tenedor, saludar con hospitalidad los amigos que nunca he visto, besar una mujer antes de conocerla. mirar atras e iniciar a escribir la historia de mi locura.
Gamboa: con ese presidente no hay buenas noches posibles, más bien como pesadillas
nonita: eso intento pero la presión de grupo es másdébil que mi mala influencia
troya: me alegra ver activa de nuevo a la movida del sur, sería bueno eso, olvidarse uno de quién es su mujer y recibir besos de ella sin conocerla, lo de la hospitalidad por suspuesto, pero lo de escribir la historia de la propia locura me suena muy a la familia de los buendía y ahí si me pierdo. Gracias por pasar en su primera visita
Pilas con eso... a mí me contaron una vez de un man q iba en un bus y de un momento a otro se le olvidó todo, no se acordaba ni de cómo se llamaba y después de ahí quedó como mal de la cabeza.
Adri: sip, da miedo, pa qué. Ahí voy con lo de las pilas.
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