domingo, enero 28, 2007
miércoles, enero 24, 2007
Murió uno de los últimos reporteros.
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Etiquetas: maestros
Desilusión
Publicadas por Mazo a las 2:31 p. m. 5 comentarios
sábado, enero 20, 2007
Lo bueno de verdad
"P. Cuando escribe que "explota su femineidad si se
prostituye", me cuesta pensar que no deje una huella traumática...
R.
Sinceramente, ¿cree que la prostitución deja más traumas que la exposición
mediática? Lo que hago hoy en día para ganarme la vida como autora mediatizada
es humillante y doloroso. Y nadie me compadece. La prostituta deja libre el
fantasma del miedo a que las jóvenes se hagan prostitutas, por eso insistimos en
el lado doloroso de ese oficio.
P. Tal vez la posesión física sea también la
posesión moral de la persona...
¿Todo acto físico no deja una huella
emocional?
R. Si he practicado ese oficio durante un tiempo era porque me
resultaba fácil. Más transparente que otros trabajos que he podido tener. Todo
intercambio físico deja una huella emocional, sí, pero no siempre negativa. No
digo que todas las mujeres puedan hacerlo. Digo que, para algunas, es un trabajo
como cualquier otro, incluso más interesante que otro. No vivimos en un mundo
donde todo el mundo esté feliz con pagar su hipoteca.
P. Para usted la
femineidad es una forma de servilismo, un puterío. Una mujer sumisa es una mujer
sin rostro, ¿por dónde empieza la revolución?
R. Convertirse en lesbiana
sería un buen comienzo".
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martes, enero 16, 2007
Emergiendo
Como escalera dejo aquí uno de los cuadros más bonitos que haya visto, una joven colombiana , Eva María Celín, ganó el premio Botero con esta obra.
Aprovecho este espacio para agradecer a todos mis patrocinadores en esta idea, para todos los que aún creen en mí, a todos aquellos que ya me felicitaron por tan sabia decisión. A todos los que llamaron a averiguar, se hicieron presentes, a todos mis amigos, antiguos profesores y demás que se la pasaban llamando ofreciendome trabajo en cualquier otro lado distinto a la universidad. Muchas gracias, este premio va para ustedes. Debo decir que de la universidad voy a extrañar mi primer sitio de trabajo que fue en Extensión Culutral, cuando tenía toda esa oficina adornada con una reproducción tamaño poster de cine de Nicole Kidman en Dogville que ocupaba toda la pared, luego reemplazada por los relojes de las oficinas de la facultad y el desfile de las primíparas de otra facultad frente a mi cubículo. Hoy, tengo a Celín, algunos huesos, mucho arte, académicos de otro tipo, y por fin un ambiente de oficina tradicional con peleas y bandos y esas cosas divertidas que no había sentido. Pero no importa, la cosa mejora, de repente: todo está tranquilo. Soy un hombre tranquilo. Y a mis amigos, los que saben quiénes son: gracias por todo lo que hicieron para que llegara a este punto.
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La media luna
"Respiré, me senté en el fondo del pozo y apoyé mi espalda contra la pared. luego cerré los ojos y dejé que mi cuerpo se familiarizara con el lugar. '¡Bueno!', pensé, 'ya estoy en el fondo de un pozo'.
(...)
Me senté en la oscuridad. Sobre mi cabeza, la luz recortada por la tapa en forma de media luna exacta flotaba como el signo de algo. Pero la luz de la superficie no llegaba hasta el fondo.
Con el paso del tiempo, mis ojos fueron acostumbrándose a la oscuridad. Pronto fui capaz de distinguir, aunque borrosa, la forma de mi mano al acercármela a la cara. Diversas cosas fueron perfilándose lenta y vagamente a mi alrededor. Como animalillos asustadizos que se van confiando poco a poco. sin embargo, por más que mis ojos se acostumbraban a ella, la oscuridad era, a fin de cuentas, oscuridad. Cuando intentaba fijar algo con la mirada, el objeto me ocultaba de súbito su forma y se sumergía silenciosamente en las tinieblas. Quizá cupiera hablar de una 'tenue oscuridad'. Pero, aunque así fuera, ésta poseía su propia densidad. Y en algunos casos contenía una oscuridad de significado más profundo que la auténtica negrura. Veía algo. Pero, al mismo tiempo, no veía nada.
En aquella oscuridad llena de extraños sobrentendidos, mis recuerdos adquirieron una fuerza desconocida. Las imágenes fragmentarias que evocaban en mí eran prodigiosamente vívidas en cada detalle, tan claras que podía asirlas con la mano. Cerré los ojos e intenté recordar la época en la que había conocido a Kumiko, casi ocho años atrás".
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo - Murakami
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sábado, enero 13, 2007
Alas, poor Yorick - Último recorrido bajo tierra.
No sé por qué, pero tuve el impulso de tomar en mis manos un cráneo. Era muy, muy pequeño. La mayoría de los cráneos que vi eran pequeños, tan pequeños que algunos cabían en la palma de la mano. No eran como los cráneos de las películas, o el cráneo que siempre levanta Hamlet. No provocaba decir ‘Alas, poor Yorick’, en realidad Yorick es desde ahora, para mí, el que levanta la calavera de Hamlet y se burla de él como corresponde a su personaje de payaso y bufón. Esos huesos eran como bebes recién nacidos. Inspiraban una profunda simpatía y ternura, ganas de protegerlos, de arrullar ese cráneo vacío que alguna vez tuvo un rostro y decirle ‘Ya, ya paso, no fue más que un sueño’. Pero de algún modo pensé que era muy probable que no me creyeran. Salí de ahí dejando algo de mi alma.
Por la noche me encontré con la niña salida de una película de Tornatore. Cuando íbamos en su carro me dijo que esta ya no era edad para andar tomando tantos riesgos con la vida. Le dije que sí, que tenía toda la razón. Luego se volvió a mirarme y me dijo, no a modo de regaño, sino como una anotación, ‘Tu todavía corres muchos riesgos. Esos sitios en los que te metes, bajo tierra’. Cuando me subí a su auto iba pensando en Behind the Wheels, una vieja canción de Depeche Mode (video aquí). Al frente, una avenida iluminada. Creía ver en las luces el prodigio, creía ver el prodigio en sus ojos, creía sentir el prodigio en el temblor de mis manos. Recordé los huesos, los cráneos pequeños, tan pequeños. Vi al ser humano tan pequeño, tan simple, tan inocente con sus tormentas en vasos de aguas, tan asesino, tan cobarde, tan hermoso, tan sabio, tan valiente. No hay ningún ser humano, ningún hombre o mujer sobre esta tierra, que no sea un héroe o un villano. Eso fue lo que aprendí. Luego la vi a sus ojos verdes y supe que iba a dejar de hacer ese recorrido bajo tierra. La mayoría de mis amigos que lean esto, pueden respirar tranquilos, aunque no tendré más historias de domingo por la tarde para ustedes.
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Hamlet, Acto V, escena I
[Exit Second Clown.]
[Digs and sings.]
In youth when I did love, did love,
Methought it was very sweet;
To contract, O, the time for, ah, my behove,
O, methought there was nothing meet.
Hamlet:
Has this fellow no feeling of his business, that he sings at
grave-making?
Horatio:
Custom hath made it in him a property of easiness.
Hamlet:
’Tis e’en so: the hand of little employment hath the daintier
sense.
1 Clown.
[Sings.]
But age, with his stealing steps,
Hath claw’d me in his clutch,
And hath shipp’d me intil the land,
As if I had never been such.
[Throws up a skull.]
Hamlet:
That skull had a tongue in it, and could sing once: how the
knave jowls it to the ground,as if ’twere Cain’s jawbone, that
did the first murder! This might be the pate of a politician,
which this ass now o’erreaches; one that would circumvent God,
might it not?
Horatio:
It might, my lord.
Hamlet:
Or of a courtier, which could say ’Good morrow, sweet lord!
How dost thou, good lord?’ This might be my lord such-a-one, that
praised my lord such-a-one’s horse when he meant to beg
it,–might it not?
Horatio:
Ay, my lord.
Hamlet:
Why, e’en so: and now my Lady Worm’s; chapless, and knocked
about the mazard with a sexton’s spade: here’s fine revolution,
an we had the trick to see’t. Did these bones cost no more the
breeding but to play at loggets with ’em? mine ache to think
on’t.
1 Clown.
[Sings.]
For and a shrouding sheet;
O, a pit of clay for to be made
For such a guest is meet.
[Throws up another skull].
Hamlet:
There’s another: why may not that be the skull of a lawyer?
Where be his quiddits now, his quillets, his cases, his tenures,
and his tricks? why does he suffer this rude knave now to knock
him about the sconce with a dirty shovel, and will not tell him
of his action of battery? Hum! This fellow might be in’s time a
great buyer of land, with his statutes, his recognizances, his
fines, his double vouchers, his recoveries: is this the fine of
his fines, and the recovery of his recoveries, to have his fine
pate full of fine dirt? will his vouchers vouch him no more of
his purchases, and double ones too, than the length and breadth
of a pair of indentures? The very conveyances of his lands will
scarcely lie in this box; and must the inheritor himself have no
more, ha?
(…)
Whose was it?
1 Clown:
A whoreson, mad fellow’s it was: whose do you think it was?
Hamlet:
Nay, I know not.
1 Clown:
A pestilence on him for a mad rogue! ’a pour’d a flagon of Rhenish on my head once. This same skull, sir, was Yorick’s skull, the king’s jester.
Hamlet:
This?
1 Clown:
E’en that.
Hamlet:
Let me see. [Takes the skull.] Alas, poor Yorick!–I knew him, Horatio; a fellow of infinite jest, of most excellent fancy: he hath borne me on his back a thousand times; and now, how abhorred in my imagination it is! my gorge rises at it. Here hung those lips that I have kiss’d I know not how oft. Where be your gibes now? your gambols? your songs? your flashes of merriment, that were wont to set the table on a roar? Not one now, to mock your own grinning? quite chap-fallen? Now, get you to my lady’s chamber, and tell her, let her paint an inch thick, to this favour she must come; make her laugh at that.–Pr’ythee, Horatio, tell me one thing.
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jueves, enero 11, 2007
Detrás del volante
Behin the wheel
My little girl
Drive anywhere
Do what you want
I don't care
Tonight
I'm in the hands of fate
I hand myself
Over on a place
Now
Oh little girl
There are times
when I feel
I'd rather not be
The one behind the wheel
ComePull my strings
Watch me move
I do anything
Please
Sweet little girl
I prefer
You behind the wheel
And me the passenger
Drive
I'm yours to keep
Do what you want
I'm going cheap
Tonight
You're behind the wheel tonight
Depeche Mode
Music for the masses (1987)
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lunes, enero 08, 2007
Coscoja
La carencia de recursos llevó a procedimientos extremos. Uno de estos fue la impresión de papel moneda en un país dividido. En esos días los liberales empezaron a producir sus propios billetes. Pronto los conservadores cerraron la entrada al papel necesario para la fabricación del dinero. Como las planchas estaban hechas decidieron utilizarlas. Así, en papel de cuadernos estudiantiles, rayados, muchas veces escritos, se dio la impresión de los billetes que se conocieron como ‘toches’. La emisión se realizó en Santander y no hay datos sobre su monto total. Una particularidad de esta fabricación de dinero consistió en la llamada moneda ‘coscoja’. Con ella se presentó el mismo problema, no había material para fabricarla. Lo que ocurrió luego sólo puede llamarse como el horror. Después de las batallas, al mismo tiempo que los muertos, se recogían las balas de fusil gastadas. Los casquillos eran reducidos a una moneda plana sobre la cual se imprimía su valor. Los recursos que respaldaban estas monedas se agotaron y el secuestro empieza a aparecer en nuestra historia.
Tal vez primero vinieron las capturas políticas y las desapariciones de los sospechosos de ser liberales, luego el secuestro de uno que otro comerciante y la captura de algún oficial conservador sobre el que se decidió cobrar por su rescate, por su vida. Como anota el historiador colombiano Carlos Eduardo Jaramillo quien en su libro los guerrilleros del novecientos dice que “la práctica de esta última modalidad llevó a extremos como tener que pagar por una muerte piadosa, en los casos en que la víctima tenía que comprar la bala con la que se le dispararía, para evitar una muerte gratuita con puñales o machetes”. La coscoja era la bala y además la moneda.
Años después, cuando el nombre de la guerra había cambiado apareció la muerte como enfermedad. La lepra invadía al país y aquellos que sufrían este dolor eran recluidos en el pueblo de Agua de Dios, aislados del mundo exterior también se dieron a la fabricación de pequeñas monedas que sólo circulaban entre ellos y así evitaban la propagación de la enfermedad. Esa moneda, muy pequeña, también tuvo el nombre de ‘coscoja’. La coscoja era la exclusión y además la moneda.
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martes, enero 02, 2007
Diccionario jázaro
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